Filosofía y nuevas tecnologías

Asumimos que la relación entre filosofía y nuevas tecnologías no es especialmente venturosa, si bien es justo en ese nuevo espacio, público e interpersonal, donde se desarrolla parte de nuestro presente. No es, por tanto, casual que Nicholas Mirzoeff abra su obra Una introducción a la cultura visual del siguiente modo: «La vida moderna se desarrolla en la pantalla». Considerando que el texto de Mirzoeff es de 1999, que Twitter nació en 2006 y Facebook sólo dos años antes, cabe señalar que su afirmación es casi una premonición. Es como si nuestros ojos se hubieran recuperado del «abatimiento» teorizado por Martin Jay en 19933. Y no sólo eso: la «copia de una copia», que tanto horrorizase a Platón —aunque, tal vez, no en igual medida a sus contemporáneos—, ha acabado consolidándose como figura clave en la construcción del espacio social y, por qué no decirlo, en la construcción de lo real. ¿Perversión del viejo eslogan del obispo Berkeley «Ser es ser percibido»? ¿Actualización y extensión del mismo? La exploración de tales cuestiones constituye uno de los puntos a tratar en el presente texto. Aunque no el único. La tesis principal recogida en este artículo es que la imagen capturada y compartida constituye una nueva forma de definir el presente y (re)construir el espacio social, dando cabida —por no decir protagonismo— al ciudadano de a pie (en un sentido amplio), quien tradicionalmente había sido reducido a un papel secundario y pasivo. Indudablemente, esta forma de conformar la realidad no está exenta de problemas y peligros. Uno de los más preocupantes es el riesgo de indiscernibilidad entre realidad y ficción (o fraude). Este peligro, empero, no supone una novedad absoluta, luego no soy el primero en señalar el temor en relación con el «culto a la imagen».

No está de más explicar someramente en qué consiste dicha cultura, aunque, desde un punto de vista etimológico, es fácil de suponer. A un nivel muy superficial, cabe señalar que la cultura transmedia hace referencia a la multiplicidad de formatos en que un trabajo cultural (no necesariamente artístico) se presenta. Y no sólo eso. El prefijo trans- nos mueve a pensar en el viaje «a través» de los medios, esto es, en el salto de un medio a otro. Un salto narrativamente significativo.

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